jueves, 6 de octubre de 2011

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A mi memoria como torbellino se evocan imágenes, las más representativas de una juventud febril y descontrolada, las más apasionantes y revolucionarias elocuencias del carácter de un grupo sin par, La Banca. Alma Mater y semillero de talentos musicales, de sensibilidades artísticas, de personalidades robustas e impactantes, de Amigos y un poco más. Han nacido historias en los senderos del tiempo a lo largo del cual construimos nuestras vidas impregnados de leyenda, de chispas adecuadas, de vientos, de nubes y células que explotan, de aves que aún hoy nos piden que volemos más allá de los cerros, tanto como seguro estoy, hemos trascendido.

Vienen y se arremolinan imágenes de lugares que a diario transito, imágenes de amigos que se han ido, de otros que están lejos, de algunos que incluso han formado una familia y otros que sin saberlo ni esperarlo viven en mi corazón, como grano de arena en el desierto de mis palabras.

Tal vez poco nos detenemos a pensar en esos días y poco volteamos a ver quienes siguen ahí, tal vez creemos que nos hemos olvidado, tal vez ignoramos que continuamos aquí, unidos por las cuerdas de una guitarra que se desgarraba a la orilla de un sepulcro, atados por una tarde de prisión injustificada, hermanados por un número en que no todos concluimos pero igual nos acompañamos, en silencio, en la consecuencia de nuestras decisiones.

Ojala hermano que sigamos persiguiendo nuestros ideales, que nunca perdamos de vista lo que atesoramos tanto antes de madurar, antes de corrompernos, antes de llorar.

Tal vez pronto nos veamos, no lo sé, en un bar quizás, por una calle vacía. Me dará gusto saber de ti.

 

jul y alf

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