viernes, 15 de octubre de 2010

La calle vacía.

Es necesario caminar día tras día por esta calle siempre de prisa, siempre tarde. Hoy mis pasos pesan y el tibio rocío de la mañana gotea aún en las hojas, debo decir que la acera por donde camino, además de estrecha luce vacía mientras por el otro lado y en sentido contrario algún taciturno irrumpe al caminar la serena postal de este recuerdo.

Todo es tan inmutable que podría señalar a ojos cerrados cada cosa en su lugar exacto mientras avanzo, todo excepto Ella.

Es la tercera vez que la veo pasar, la primera al igual que yo, deprisa, sin percatarme de su andar pues mi vista barría el firme y mis pasos aturdían en compás, apenas y de reojo pude ver su delicada figura, sigilosa, de andar constante y lleno de seguridad en postura.

La segunda a la distancia el viento sacudía su cabello cubriendo su rostro mientras avanzaba de prisa. Pero hoy, hoy he visto sus ojos, hoy me perdí en lo profundo de su mirada, única hasta donde mis inexpertos ojos hallan podido ver jamás, de color claro inquietante y dulce tristeza de expresión. Co sus manos relajadas y sus labios delineados y húmedos. No podré negar que desvié la mirada, que contundente fue y mi alma se postraba. Me pregunto ¿quién será?, ¿qué pensará mientras camina por esta calle vacía?, ¿a dónde irá? Y si es que ha notado que la miro y que me intriga. Me pregunto si sospecha que mi pluma la dibuja o cuando menos de mí algo se pregunta.

Sin embargo, sé que hoy que mis letras llegan a sus manos estarán envueltas en ternura.

Que tengas un Muy BUÉN Día y mira quien de cerca sigue tus pasos, siempre solo, siempre tarde y siempre en esta calle vacía.

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